Mirar y no ver
Es posible que solamente con el título sea fácil adivinar de que se trata este relato. Intentaremos pues ir un poco más allá de lo obvio, que sería que muchas veces miramos sin ver. Es sabido que para ver mejor hay que abrir bien los ojos, que no siempre ocurre, pero... ¿será que es mejor no ver tanto?, podría suceder que en querer ver “mejor”, nos exigimos un control que acaba dificultando gustar de la simpleza y una lucha interior por ser más listos, para que no nos pasen gato por liebre, por confiar menos de los demás? ¿Qué pasa si simplemente prefiero mirar y sonreír?. ¿Sería esta una mirada risueña, acojedora, no juzgante?. A veces es más sabio optar por confiar. El camino sencillo que no contempla todas las variables, sino que se mantiene abierto, flexible, sin “miramientos”. Disfrutar de mirar, sin más. Como cuando estamos frente a una puesta o salida de sol. Solamente estar. Entra por los ojos la belleza, la luz, los colores, sin análisis, reflexión, opinión. Mirar no e