Tiempo de mirar por segunda vez
A pesar de las guerras, los malos hábitos
alimenticios, las hambrunas, la desertización, el cáncer, la violencia y las
bajas pensiones para sostenernos en la vejez…, el promedio de esperanza de vida
ha aumentado en el mundo, aunque en algunos países más notoriamente que en
otros. Muchas personas se hacen mayores, bastante mayores, en muy buenas
condiciones de vida.
Hace no tantos años, lo común era que una persona
realizara toda su trayectoria profesional en la misma empresa, muchos aprendían
así un oficio, iban mejorando las condiciones laborales a lo largo de los años
y terminaban jubilando en ese lugar con mucha satisfacción de haberse
desarrollado y desempeñado junto a otros que los conocían, sabían de sus
fortalezas y debilidades y con quienes había compartido “toda una vida”.
Actualmente, tener un título profesional sirve de
mucho, pero no necesariamente para trabajar en lo que se estudió y, de hecho,
el mundo y la vida dan tantas vueltas que la misma persona, en los mismos años
que antes, cambia varias veces de trabajo, de rubro y hasta casi de “sentido”. Por
ejemplo un(a) docente puede perfectamente con los años ser artesano(a) y
enfocarse en un camino más introspectivo, o estudiar una segunda carrera y
combinarlas. Será la misma persona y en lo más profundo de su ser habrá cosas
esencialmente iguales, pero en otras se verá a si mismo muy distinto.
Cada persona es única e irrepetible, no hay dos
igual, pero también todos podemos desarrollarnos, descubrir aspectos nuevos de
nosotros mismos, aprender cosas nuevas, reinventarnos y “empezar de nuevo”, más
de una vez. La necesidad de tener un mejor trabajo, crecer humanamente, en
definitiva ser más felices es un motivo potente para, llegada una edad, revisar
y reubicar el por qué profundo de todo, pero dado que se hoy se vive más, es
prudente, que pensemos que si no nos morimos antes, la probabilidad que
lleguemos a ser viejos en buen estado físico y mental es importante, y para
entonces querremos ser personas activas y felices. Por lo tanto hay que
prepararse y aplicar sensatamente ingeniería a la propia vida. Una persona plena
y gozosa, con razón de más, puede siempre detenerse a profundizar más, a sanar algunos dolores (que todos los tenemos), salir de
la zona de confort y abrirse a caminos diferentes, inusitados.
El
Realismo Existencial, que es una clave de lectura muy útil para aprender a
vivir, puede leerse y aplicarse más de una vez en la vida. Si me sorprendí un día
de existir, siendo tan frágil el hecho mismo de que me engendraran, también
puedo hoy trabajar para amar mejor, agradecer el presente, aprender a
envejecer, entusiasmarme con nuevas perspectivas y proyectos. A veces nos
contamos una y otra vez la misma historia agradecida y no vemos otras partes de
nuestra vida que también son ricas y nos iluminan.
Una de las claves para releer con
gozo el presente es encarar que lo que viene es aprender a morir y aprender a
envejecer y ambas cosas son parte de mi, de mi vida, de mi ser más profundo.
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